Realismo sonoro / Wave #6 SONIDO Enero 2022

los dioses no se ven, pero se oyen

Ulrik López & Alina Maldonado

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los dioses no se ven, pero se oyen

La instalación sonora inmersiva Los dioses no se ven, pero se oyen, de Ulrik López y Alina Maldonado, se presentó originalmente en directo en la Fundación Delfina de Londres en diciembre de 2021. Se presenta aquí como una pieza sonora.

La pieza es una fusión armoniosa de las prácticas respectivas de los dos artistas, una mezcla de enfoques forenses, casi arqueológicos, de la imaginación de objetos encontrados como fósiles, composición electroacústica y grabación de campo. Réplicas de flautas mayas fueron transportadas a tres lugares de la Península de Yucatán, donde fueron tocadas y grabadas junto con los sonidos naturales de estos distintos lugares. Lo que surgió del tejido de estos paisajes sonoros insinuó presencias que sólo toman forma a través de la percepción del sonido.

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pasando horas en un camino de piedras.
entre manglares, floresta y selva.
las hojas se desvanecen con la luz
una composición a tres voces.

¿puedes sentir al jaguar cerca? Lo escuché
en mi cabeza, como un sueño, y
sentí que era real.

desafortunadamente , no llegamos a la isla, pero si sentimos su cercanía

buscando un sonido en la punta de la costa
había rastro de que pasaron por ahí otras personas,
pero nunca vimos a nadie de camino al sur, hubo un gran silencio húmedo.

¿crees que nos escuche si ya no tiene oídos?

– tal vez si nos ponemos en su garganta

Itzamná exhala un zumbido desde su garganta

– las dos que están en la torre que mira al oriente dicen que ellas escuchan en su nombre

escalamos al cuarto de la torre y vemos un par de nombres escritos en un muro quemado

– ¿ellas fueron las que hicieron los dibujos?

sí, pero dicen que cuando fueron más ancianas

armamos una fogata, debajo del panal en una de las bóvedas que está a mitad de corroerse o a mitad de construirse

– probemos la flauta del ciricote, ahorita no está de temporada

tal vez la bóveda no distinga entre temporadas

en el observatorio de Mayapán es donde nos
percatamos de este almanaque trenzado,
singularidad de tiempo hecha de piedra caliza
caminando en su interior, siempre
regresábamos al mismo lugar
no podíamos vernos pero sabíamos que
estuvimos ahí, aún estaban el rastro de nuestras pisadas

era como viajar en un río,
podrías recordar lo que habías visto río arriba
pero no verlo debido a la curvatura del canal
y no ver lo que se avecinaba por esa misma
razón
todavía en ambos casos sabías que el río estaba allí
habíamos estado en ese río siempre

en muchos de los lugares que visitamos, la
demarcación entre el adentro y el afuera era
muy ambigua

¿cruzamos?

nos van a escuchar acercarnos

los custodios, eran como dos guardianes hermanos

cuidan que las cosas que están eso ese lugar,
que sigan vivas

decidimos ir a estas ruinas en la península
Maya
queríamos tocarles sonidos que tal vez les
hagan familiares

Courtesy of the artists

los animales son los músicos que siempre
han estado aquí

son la temporada constante

del alba a la noche, ambos pájaros y
murciélagos cantan y bailan juntos.
entre las ruinas, el día y la noche se juntan

por varios días tocamos con sus flautas a las
piedras apiladas, llamándolas como para
despertarlas de un sueño
regresamos varios días después a sólo
escucharlas

hay ruidos en sus pieles porosas, entre el
mortero que las une
es en los matices sonoros, que revela su
espíritu

en la estructura donde se reúnen para las
fiestas, nos contaron cómo aún siguen
resistiendo

– quienes llegaron, y destruyeron gran parte
de los saberes que compartíamos, que
guardábamos, ya lo habían hecho en sus
propias tierras mucho antes

– al principio pensábamos que eran árboles
como nosotras, tenían ramas, corteza e
incluso hojas, pero nos dimos cuenta que lo
que habían destruido dentro de sí mismos
no los dejaba florecer

– árboles sin flores ni frutos

– nosotras aún seguimos aquí precisamente
porque siempre florecemos

cuando las dos escuchamos esto, miramos a
las flores del bosque y vimos nuestro propio
reflejo

nos acercamos, todos, al pozo en la falda de
unos árboles que rodean el lugar

oye, ¿por más que te acerques, puedes ver el fondo?

– no, pero puedo escucharle

Courtesy of the artists

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Los dioses no se ven, pero se oyen se presenta en colaboración con Delfina Foundation.

Delfina Foundation es el programa de residencias internacionales más grande de Londres y un hogar donde se apoya y nutre a la próxima generación de artistas, comisarios y pensadores contemporáneos. Con sede en dos casas eduardianas renovadas cerca del Palacio de Buckingham, la Fundación Delfina es una organización independiente sin ánimo de lucro dedicada a fomentar el talento artístico y facilitar el intercambio a través de residencias y programas públicos, que van desde talleres a exposiciones, tanto en el Reino Unido como con socios internacionales.

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